
En primer lugar queremos agradecer a este nuestro capataz, el detalle de fijar en nosotros su fe y amistad, para que sea él quién tenga la gracia de pregonar esa noche, el pregón de una de las hermandades más queridas y populares de esta ciudad. Y por boca de todos nosotros, la hermandad que nos realizó como cofrade y persona, e hizo de nosotros una forma de vivir, ver y sentir las cosas.
Capataz cuya voz suena igual de impresionante cuando sigue tocando el martillo de su Cristo.
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